Los rostros de la Última Cena

Estamos ante el momento crucial de los Apóstoles. Jesús los congrega para decirles aquéllo que no quieren oír. Que va a morir. Al instante, la Cena que se convierte en un auténtico escenario de rostros expresivos donde cada discípulo enseña lo más íntimo de su ser.

Jesús, antes de despedirse, prepara la Cena, donde instituye la Eucaristía.


He venido a servir al mundo. Él, Jesús, despojándose se su rango, lavó los pies de sus discípulos.



Esta copa es la sangre de la Nueva Alianza


Jesús ha de cumplir la voluntad de Padre. Morir uno por todos para salvarnos.


Los rostros de todos expresar la sorpresa ante eso: el Maestro nos deja.

Pedro (su fiel seguidor). El pilar de la Iglesia.

  

Juan (su discípulo amado) que quedará al pie de la Cruz.

 

El resto de los Doce no comprenden el anuncio. Están desconcertados. No entienden nada. ¡El Maestro no nos puede abandonar ahora!


  




 


En esa Cena, tan intensa, Jesús profetizaba. El demonio se había metido en uno de sus hombres: Judas. Y le dice: "Lo que tengas que hacer, hazlo pronto". Sabía, que por un puñado de monedas lo vendería.


Dos miradas concentran el pasaje. El rostro de Cristo, paciente; el rostro de Judas, inquietante. Ahora comienza la verdadera Pasión de Cristo.

   


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