Semana Santa

Claroscuro
Entre sombras una luz poderosa brilla, brota del mismo Cuerpo de un Jesús crucificado a punto de entregarse al Padre para abrazarnos extendiendo sus brazos en el madero.


Elí Elí lama sabactaní
Suplicando a Dios, los ojos se nublan de dolor. Es el culmen. El momento de la hora. Ya está aquí. Pide, no con palabras, sino con su desgarro corporal, amor a Dios exclamando: He hecho tu voluntad.

Amarrado
Maniatado es como se encuentra. Un preso, un reo de muerte, por proclamar el Reino de los Cielos. Manos sangrantes para el Rey del Mundo.

El peso de la cruz
Cae sobre el hombro del Hombre. Agarrada a ella avanza, deslizándose con sus fuerzas, para no desfallecer. Le supera el peso del mundo.

Entrada en Jerusalén

La Jerusalén conquense, la plaza Mayor, aclama al Jesús como el Rey montado sobre un pollino. ¡Hossanna al Salvador! ¡Santo, santo, santo!.

Lágrimas en Getsemaní
Ahora es el momento de la entrega final, y Jesús no aguanta sin recurrir al diálogo de la oración. Ahí es donde le pide a Dios que pase el cáliz. Ha llegado el momento. Cristo se humaniza.

Al pie de la cruz
 Nos deja el mayor regalo. Madre ahí tienes a tu Hijo, Hijo ahí tienes a tu Madre. Profundo diálogo de amor acompañado de sentimientos en el momento más trágico.

Pero Dios lo elevó sobre todo nombre...
 
 Gozamos de la dicha de sentirnos resucitados con Cristo. Nueva luz, nuevas flores, nueva esperanza, nuevo cielo.