Paisaje

Ascensionalidad del otoño
 Los árboles amarillean de abajo hacia arriba. Cambian de color y se desnudan progresivamente.

Reflejo natural
La quietud del agua se convierte en espejo del entorno natural de la laguna de Uña.

Silueta construida
 Al pasear por nuestras hoces, descubres aún más si cabe, auténticas sorpresas. Una línea de construcciones se apoya sobre la roca y es iluminada ligeramente por los últimos rayos del sol de agosto.

Espino
 A veces nos acercamos confiados, pero nos damos cuenta de que el fruto es apetecible aunque habrá que sortear los pinchos del camino.

Ciudad Paisaje

Una ciudad como Cuenca, realmente es un paisaje construido en un entorno natural. Una imbricación tan estrecha que no sobra ni falta nada. Un equilibrio desde siglos.

El mar
En la playa de Suances (Cantabria), todo es calma, todo es paz. Al atardecer, los tonos anaranjados se suceden en un espectáculo de colores. 

Girasol
Llegado el verano los campos de labor se llenan de girasoles que amarillean por todos los sitios. Lo minúsculo de la naturaleza se hace grande. 

Chopos
Desde la fuente vieja de Chillarón, podemos contemplar estos chopos alineados y puntiagudos como flechas. Son árboles característicos de estos paisajes, mitad sierra, mitad alcarria. Propios de los arroyos y riachuelos.


Tormenta amenazante
A principios de agosto, lo más probable es que si "pica" el sol -como dicen los mayores-, habrá tormenta. Y así fue, el tono grisáceo del cielo barruntaba la presencia casi inminente de agua sobre la laguna del Tobar. Se trata de un paraje único, donde la quietud, el silencio y el equilibrio natural prácticamente rozan la perfección.