Mirabueno

La ciudad de Cuenca encierra, en sus alrededores, auténticos tesoros naturales. Es sorprendente lo que, a poco más de diez kilómetros, te puedes encontrar.
Sin ir más lejos, cuando visitas Mirabueno, en la Hoz del Huécar, percibes aquello que decían los intelectuales que visitaron la ciudad en otro momento, que Cuenca era similar a "un nido de águila". 


La casa rural está situada en un entorno incomparable. 


El paisaje que rodea a la casa es espectacular.Bosques de pinos y vegetación tupida.


Coronando el cerro de en frente, el Corazón de Jesús, una escultura levantada tras la guerra civil española. 

La tarde del sábado decidimos subir, a modo de senderistas, por el camino-viacrucis para contemplar la vista a lo pies del Cristo de la ciudad. 


Conforme vas ascendiendo ya percibes los efectos naturales, a veces caprichos de la naturaleza, que regala al ojo humano.


Asciendes sin perder detalle del entorno, de la vegetación y de la naturaleza. ¡Qué fenómenos tan sorprendentes y a la vez tan curiosos rodean a esta ciudad Patrimonio!.


Una vez arriba sólo queda enmudecer y silenciar durante un tiempo para abarcar con la vista todo lo que a los pies del cerro del Cristo se visualiza: La ciudad.

La ciudad antigua y moderna. Esa relación tan estrecha entre las construcciones de siglos pasados y los farallones de roca caliza que sirven, a modo de muralla natural, a esta ciudad histórica conseguida por el Alfonso VIII.


Las casas "colgadas" del resto de la vivienda se asoman a la hoz en un alarde por conseguir más espacio. Se proyectan hacia "afuera" ante la estrechez de espacio constructivo.


Y sino, el fenómeno contrario. Las construcciones se abigarran "ascendiendo" y subiendo en altura buscando ese espacio vital necesario en un alarde incipiente de rascacielos de madera, cal y canto. Construcciones que llevan en pie desde el s. XVI y con varios metros de desnivel sobre la hoz del Huécar.


La ciudad moderna se extiende y "desparrama", con más o menos orden, en la confluencia de los ríos Júcar, Huécar y Moscas. En esta cubeta de materiales sedimentarios se expande los desarrollos constructivos desde finales del s. XIX.